domingo, 29 de diciembre de 2013

Jornada Pret 3 - Nota Campo Litoral

ALTERNATIVAS A LA SÍNTESIS QUÍMICA
Aliados ambientales
En el marco del programa regional “Desarrollo de la Zona Litoral Centro”, investigadores del INTA desarrollan armas biológicas para combatir plagas en apicultura y horticultura. Abejas tolerantes a Varroa Destructor, hongos capaces de vencer a la resistente “polilla de las coles” y malezas proveedoras de insectos benéficos son algunos proyectos destacados.
 
Por los alambrados. Morrenia sp es una enredadera que aloja benéficos parasitoides, enemigos naturales de los áfidos, fácilmente multiplicable por gajos. Foto: Gentileza Leticia Zumoffen
Juan Manuel Fernández
jmfernandez@ellitoral.com
Cada actividad productiva está determinada por su entorno y es allí donde pueden hallarse soluciones a los problemas que las condicionan. Esta premisa es el denominador común en varios trabajos que realizan profesionales del INTA que integran el programa regional “Desarrollo de la Zona Litoral Centro de la Provincia de Santa Fe”.
Las investigaciones más innovadoras apuntan, por ejemplo, a combatir la principal plaga que sufre la apicultura (el parásito Varroa Destructor) con la detección y multiplicación de genética tolerante, seleccionada de abejas criollas de zona de islas. O a doblegar en el cinturón verde santafesino a la polilla de las coles (Plutella xilostella) mediante formulaciones a base de hongos patógenos locales. E incluso controlar pulgones mediante la preservación y multiplicación de malezas donde se alojan insectos benéficos (parasitoides) que los combaten naturalmente.
“Estos trabajos no se hacen porque si, sino que antes hubo relevamientos y diagnósticos”, indicó el titular de la Agencia de Extensión Rural (AER) Monte Vera, Ariel Belavi, durante el 1º Taller del Proyecto Regional Territorial que se realizó el martes 17 con técnicos del organismo que se desempeñan entre Coronda y Helvecia. Los ejes principales son horticultura, apicultura y ganadería de islas -más el de “desarrollo y agroecología”-, y entre los temas expuestos también se destacaron trabajos sobre enfermedades reproductivas en rodeos vacunos de la costa, castración temprana, comportamiento productivo de crucíferas y lechugas, fertilización en zanahoria, comportamiento sanitario de cultivares de frutilla y un análisis “emergético” de este sistema productivo, además de Buenas Prácticas en el uso de fitosanitarios.
Hacendosas. La tolerancia a Varroa se manifiesta en el comportamiento higiénico. Las abejas de la izquierda no limpiaron el cuadro de cría donde se incorporaron parásitos, mientras las de la derecha sí. Foto: Gentileza Julieta Merke
Auto-desparasitantes
Los especialistas del INTA Rafaela Cesar Salto, Julieta Merke y Emanuel Orellano abordaron las cuestiones apícolas. “La idea es bajar la cantidad de producto que se utilizan para el control de Varroa”, dijo Salto sobre el desarrollo de genética tolerante, trabajo que ya está en fase de multiplicación con cabañeros asociados al programa mediante la inseminación artificial de abejas reina. “Se les da a los cabañeros esas reinas y las multiplican para distribuir entre los productores”, precisó.
Durante su exposición, Merke -doctora en genética apícola- relató que las búsqueda de abejas tolerantes se realizó capturando enjambres silvestres en las islas de Santa Rosa de Calchines (departamento Garay). “El objetivo -dijo- es disminuir o eliminar el uso de productos sintéticos para el control, a los que el parásito ya comenzó a desarrollar resistencia”. También mencionó que la selección se hizo buscando “menor agresividad”.
Luego de la captura se evalúa el comportamiento higiénico sanitario para seleccionar las que mejor control natural realizan. Para ello se mide la prevalencia del parásito en adultos y crías, además de la caída natural. Posteriormente se inseminan reinas con esa genética, “que le transfieren a la colmena un comportamiento de higiene de lucha contra Varroa que se complementa con los acaricidas”, explicó Salto. Actualmente el proyecto se encuentra en la fase de de multiplicación de reinas tolerantes.
“Sin lugar a dudas es el problema más importante a nivel mundial”, afirmó el especialista sobre la varroasis, debido a las complicaciones y los riesgos de dejar residuos en la miel que implican los acaricidas. Sobre todo para la exportación, destino del 95% de la miel argentina.
Defensa fúngica. En el extremo izquierdo se observa una pupa sana de “polilla de las coles” y a la derecha otra atacada por el hongo Zoophthora radicans. Foto: Gentileza Romina MANFRINO.
Bioinsecticida
Otra manera de buscar un control natural de plagas lo presentó la licenciada Romina Manfrino, becaria del Conicet que elabora su tesis doctoral “Hongos patógenos de insectos y producción en masa de dos especies para el control de Plutella xilostella” en el INTA Rafaela.
“Uno no elige temas de investigación sino que surgen problemas y en el intento de resolverlos estudiamos alternativas de control”, indicó a Campolitoral para explicar las razones de su trabajo. Agregó que el estudio de hongos patógenos cobró relevancia últimamente por el riesgo que implican los insecticidas químicos en la salud y el ambiente. Y en el caso de la polilla de las coles -“un problema muy fuerte en Santa Fe hace muchos años”- se suma la resistencia que el insecto desarrolló a otros intentos de control como el Bacillus thuringiensis.
Su trabajo se inició buscando patógenos naturales en los cultivos del cinturón verde santafesino. Así seleccionó dos hongos por ser los más virulentos hacia los insectos blanco: Entomophthorales (de la clase Zygomycetes) y Nomuraea rileyi (de la clase Ascomycota). Ambos “tienen la ventaja de que se pueden producir in vitro y eso es lo que a nosotros nos facilita producirlos en masa para formular bioinsecticidas”, explicó. Además mencionó que detectaron “que las densidades poblacionales (de la plaga) bajaban a cero después de que las infecciones se desarrollaban en el campo”.
El objetivo es producir estos hongos en escala y formular un bioinsecticida que se complemente con los de síntesis química para incorporar en un Manejo Integrado de Plagas (MIP).
“Actualmente -dijo- nos encontramos en la etapa de bioensayos” para evaluar la patogenicidad o virulencia de las cepas, trabajo que se realiza con la Universidad de La Plata. Cuando se determine la más agresiva -la que mata en menos tiempo- se intentará multiplicarla para elaborar un producto que pueda pulverizarse con mochila. “Es a escala experimental -aclaró-; pero nos sirve para evaluarlo en el campo a ver si funciona, antes de llevarlo a escala industrial”.
Manfrino indicó que buscarán hacer las primeras pruebas a campo el año próximo. “La idea, como el problema está en Santa Fe, es hacer las pruebas acá; de hecho las cepas son nativas”, recordó. “En tres o cuatro meses podemos estar probando el primer inóculo en modo experimental”, calculó, aunque aún no se puede saber cuando podría ser un producto disponible para el productor.
Mosquita amiga. El parasitoide de los áfidos (pulgones) es una avispita diminuta que deposita sus huevos en los insectos plaga. Los pulgones sanos conservan su color amarillo, mientras los parasitados parecen perlitas blancas. Foto: Gentileza Leticia Zumoffen
Compañera maleza
Otra becaria del Conicet que también desarrolla su tesis doctoral en el INTA Rafaela, la bióloga Leticia Zumoffen, expuso los avances de su trabajo sobre “Control biológico conservativo en cultivos intensivos y extensivos”. Su planteo consiste en administrar las “especies vegetales espontáneas” (malezas) donde se alojan insectos benéficos que realizan un control natural de plagas en los cultivos comerciales. Específicamente se busca controlar especies de áfidos (pulgones) a través de parasitoides, insectos que los usan como medio para su reproducción causándoles la muerte.
La bióloga explicó que se relevaron malezas que alojan áfidos inocuos para las plantaciones y sirven de sustento a los parasitoides en los períodos en los que no hay cultivos comerciales en el lote para que luego -al presentarse la plaga en los cultivos- estén disponibles para “brindar un servicio” de control. “De esa manera se mantiene esa vegetación espontánea, el áfido inocuo y el parasitoide”.
La búsqueda se realizó en función de cultivos intensivos -crucíferas y berenjena- y extensivos -avena, trigo y alfalfa- hasta que determinaron que una enredadera, Morrenia sp (de la familia Asclepiadoideae), reunía los requisitos principales: ser hospedero de los benéficos y de carácter perenne, por lo que puede ofrecer sus “servicios” todo el año. “Se trepa en los alambrados y por eso la importancia de mantenerlos”, advirtió Zumoffen, y agregó que es de crecimiento rápido y puede multiplicarse por gajos.
Los pasos siguientes serán determinar “qué densidades de esta planta se precisan para brindar el servicio de parasitismo de áfidos plaga; la distancia a la cual tiene que estar este alambrado en relación al cultivo; y el movimiento efectivo de este parasitoide: si cuando emerge de esta planta se mueve directamente al cultivo o prefiere parasitar a otra especie de áfido”.
La investigadora remarcó que “a los fines prácticos del productor, se trata de que él sepa que esa especie le presta un servicio”. Además, implica la posibilidad de disminuir las aplicaciones de agroquímicos. Incluso indicó que “en los países latinoamericanos se está implementando mucho esta especie de planta blanco porque es una práctica que no tiene costo para el productor”.
¿Emergía?

Quirúrgico. La genética tolerante a Varroa se difunirá entre los productores mediante reinas inseminadas artificialmente.
Foto: Gentileza Julieta Merke
El estudio “Análisis emergético de la sustentabilidad del sistema productivo actual de frutilla en Coronda” que presentó la ingeniera del INTA Rafaela Patricia Benzi -trabajo que realizó en colaboración con la especialista María del Huerto Sordo, de Coronda- revela una nueva mirada, de tipo “holística”, sobre la producción agropecuaria. “De lo que se trata es de integrar el sistema económico y ambiental en función del flujo de todas las energías que actúan”, sintetizó.
“Emergía” es un concepto (el nombre deriva del inglés emergy) que define la energía útil (exergía) de un determinado tipo que se ha usado directa o indirectamente en las transformaciones necesarias para generar un producto o servicio.
Según el diagnóstico de Benzi, “el sistema actual de frutilla -su trabajo es el primero sobre este cultivo- requiere un alto uso de insumos provenientes del sistema económico, lo que podría estar comprometiendo su sustentabilidad”. El resultado de su trabajo indica que “se aprovecha muy bien la oferta ambiental de emergía, pero a costa de una alta participación de emergía económica”. Los indicadores muestran que del total de emergía que consume la producción de frutilla en Coronda, sólo el 2.4% responde a recursos naturales y 97.6% de la economía (Combustibles, maquinarias, plantines, fertilizantes, pesticidas, electricidad, labores, asesoramiento profesional).
Entre sus conclusiones, destacó que “sería deseable incorporar una mayor cantidad de recursos de la naturaleza disponibles en el ambiente local dentro del proceso productivo” para poder reducir el costo emergético que está implicando la producción de frutilla, el impacto ambiental que genera, “y sería menos susceptible a las variaciones de precio, a pesar de ser favorable dicho intercambio”.


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